lunes, 22 de agosto de 2011

La foto de la dama

Al ganar el Pulitzer como fotógrafo de guerra creyó que que había alcanzado su meta, ese estado de excelencia y reconocimiento profesional que le liberaban de cualquier presión para demostrar su talento. ¡Qué terrible error! Pasó a ser esclavo de su pretensión de demostrar que era digno ganador de tan alta distinción.

Una vez se ha captado -"magistralmente", según el jurado que le concedió el premio- la esencia de la tragedia de la guerra, quedan pocos hitos con los que superarse. Tuvo que buscarlos en los límites de la dureza física y psicológica. Se dedicó a recorrer ambientes de degradación social, buscar protagonistas de historias sórdidas y violentas, intimar con gentes tan repulsivas como peligrosas para su integridad física y mental, con tal de poder fotografiar algo que pudiese superar los impactos pasados.

Viendo la foto del miliciano de Capa supo lo que le faltaba: fotografiar la muerte. Quiso formar un libro con fotografías del momento preciso en que sus modelos expiraban. Recorrió hospitales, hospicios, más campos de batalla, barrios donde la ley vivía exiliada y el orden era el del más fuerte. Acumuló rostros angustiados, aterrorizados, encerrados en si mismos, pero la muerte, la esencia del último tránsito, le resultaba inalcanzable.

Le despertó la llamada de un confidente habitual. La vieja parecía ya en sus últimos estertores y el director de la residencia no había conseguido localizar a sus familiares, no habría problemas. Se vistió con lo primero que encontró y sin siquiera lavarse la cara partió deseando encontrar el rostro de la vieja dama antes que se escapase, otra vez.

Con una mano manejaba el volante y con la otra alternaba entre el cambio de marchas y la bolsa, donde comprobaba que contaba con todo el material. Estaba probando el flash cuando apareció el camión. El flash funcionaba bien, los frenos no. El impacto provocó un terremoto en su cuerpo, nada quedó en su mismo sitio. La cámara debió girar; algo, acaso su mano, apretó el obturador.

Su última foto fue la que culminó su proyecto. Al fin atrapó el rostro de la dama de negro.

1 comentario:

  1. Un artista a la recerca de la perfecció en la seva feina. L'obsessió per aconseguir la sublimació en l'art sovint aboca a l'abisme.

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