domingo, 9 de octubre de 2011

Despedida y Cierre.

El pasado 16 de Julio pusimos en marcha de forma espontánea este blog literario, punto de encuentro de alumnos y ex-alumnos de la “Escuela de Escritores” que habían asistido al curso de escritura creativa.
El resultado a mi entender ha sido satisfactorio, diez temas propuestos, treinta y seis micro relatos publicados, y casi dos mil visitas.
El tiempo pasa y los proyectos personales se acumulan, los deberes propios derivados del trabajo diario y la vida social absorben gran parte de nuestras energías, y todo ciclo debe cerrarse, como es el caso de este blog, cuya función creo que se ha cumplido: permitir expresar nuestros sentimientos en la red y de forma conjunta, proponiendo temas que espolearan nuestra imaginación.
Algunos volveréis a coincidir en el Aula, otros seguirán manteniendo el contacto a través de Internet o la espera de que sus caminos vuelvan a cruzarse.
A todas y todos, gracias por vuestra participación en este blog y la dedicación que le habéis dedicado. Espero que os hayáis divertido. Que el amor que sentís por las letras os acompañe siempre.

lunes, 3 de octubre de 2011

La Marioneta

Hay una unica puerta al final de las escaleras detrás de la cual está el desván. La oscuridad y el silencio lo invaden todo. Las extremidades desmembradas de los muñecos y de los títeres están desparramadas por el suelo; entre la oscuridad aparece de pronto un rectángulo alto y negro, como la taquilla del vendedor de entradas de una feria ambulante. De su interior asoma el rostro de madera de un personaje inanimado y abre la mandíbula para dejar escapar una risa mecánica. El muñeco tiene una cara bonita y una expresión distraida; le bailan los ojos como canicas en movimiento.

Entonces, de entre las sombras de la cabina surge una figura alta y delgada; la ropa le cuelga como trapos viejos y tiene el mismo rostro dulce y acartonado que el muñeco.

-¿Alguna vez te has preguntado?: comienza a decir el espectro alto y delgado-¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que hace tan horríble la animación de un muñeco? ¿Pero de qué se ríe este monigote estúpido? No hay motivos aparentes que provoquen la risa del muñeco, y aún así se ríe; “jajajajajaja” y lo hace de la forma más absurda y maligna posíble; parece saber algo que desconocemos y eso es lo que da miedo; el muñeco aterroriza pero es él quien de verdad está aterrorizado. Piensatelo: la madera ha despertado del sueño del que jamás debió ser interrumpido.

En el interior de la cabina: los ojos del muñeco han cambiado; de ellos manan ahora pequeñas gotas de sangre que parecen negras bajo la penumbra. Los ojos, la boca; toda la estructura de la cara representan horripilantes acrobacias de expresión. De repente: siento como una maraña de cuerdas invisibles descienden del techo; las cuerdas giran formando lazos y anudando mis extremidades. Una extraña rigidez se adueña de mis miembros y de mi rostro hasta que mi cuerpo adquiere la consistencia de la madera barnizada. Una risa horripilante e involuntaria se atasca en mi garganta, mis ropas sueltas se agitan en vano mientras unas gotas de sudor caliente resbalan sobre mis mejillas lacadas y mis ojos dan vueltas como canicas. Suspendido en el aire, voy flotando hacia la delgada cabina de madera que en adelante será mi nueva casa.

domingo, 2 de octubre de 2011

Muy Snob

Siempre había envidiado a esos jóvenes y su estilo de vida con sus fiestas privadas en el club náutico bailando casi cada noche hasta altas horas de la madrugada. Nunca supe qué era lo que hacía a aquella gente ser tan diferente a los demás; yo en mi lógica pensaba que la clase social a la que pertenecían les apartaba de la gente vulgar por considerar que no estaban a su nivel. Vivía en un bloque de pisos próximo al puerto deportivo y trabajaba en un restaurante cerca de mi casa, por lo que solía verles con frecuencia a primera hora de la mañana parando con sus flamantes coches a desayunar recién abierto el establecimiento. Era el simpático chico de los recados que les servía el desayuno, el discreto confidente con quien compartían sus bromas. Un día me bautizaron dándome un sobrenombre y empezaron a tratarme como si fuese uno de ellos, entonces supe que había entrado en su círculo.

Inexplicablemente, había sido invitado por la dudosa fortuna para asistir a una de sus fiestas y al llegar ví que me saludaban con alegría; parecían disfrutar con gran júbilo y el ambiente era luminoso y ensordecedor, tal como siempre me lo había imaginado cuando veía las luces brillando a lo lejos desde la terraza de mi casa, y así fue como transcurrió durante la primera hora, pero a medida que pasaba la noche comencé a experimentar una sensación difícil de describir; sus rostros risueños y despreocupados se fueron transformando en máscaras de enajenación eufórica sus risas frívolas se volvieron exultantes; ocurría en el ambiente; a mi alrededor; todo mi entorno estaba cambiando: el suelo que pisaba era una pasta resbaladiza de líquido derramado, la música se convirtió en un caos frenético y las risas eufóricas se mezclaban con ecos diabólicos cuyo lenguaje era incomprensible; algunos comenzaban a desvestirse, y otros se arrancaban los trajes. Las chicas lo hicieron tan rápido que pronto me ví rodeado de cuerpos desnudos; bailaban sin parar como si hubieran perdido la razón; sus rostros se disipaban con la velocidad que se cruzaban frente a mis ojos, y en medio de aquel caos, pude ver como su piel caía quedando en tejido vivo y palpitante; sucedió mientras se agitaban violentamente entre espasmos y convulsiones y poco más tarde, pude ver como aquellas llagas ulcerosas adquirían rigidez cubriendose de capas segmentadas parecidas a un largo caparazón anudado; de sus costados brotaron largas patas peludas con apéndices que terminaban en uña. Fue entonces cuando abrieron sus enormes bocas provistas de dientes largos y afilados mientras me rodeaban con aire amenazador. Impulsado por una especie de resorte, eché a correr a través del muelle pero mis perseguidores me alcanzaron en seguida, y comprendí que había llegado el final.

Santa Teresa dels Polvos.


Ataco amb el pinzell d'ombra d'ulls després d'abusar del pintallavis. La imatge que em torna el mirall no menteix. Les bosses sota les parpelles no es dissimulen amb el maquillatge. Haig de reduir el gruix de les celles. Intento no perdre la paciència concentrant-me en la recerca d'alguna arruga que hagi passat per alt, ignorant el paio ajagut al llit que segueix xerrant sense aturar-se.

El vigilo sense dissimul. Ara es tapa, ara destapa, gratant-se el genitals i el pit pelut. Estereotip del mascle satisfet després d'un bon clau. Perquè no marxa?
Faig un glop de la ginebra. La seva xerrameca sense sentit em dona migranya. No li he deixat prou clar que ha de pirar?

Perquè són tan pesats els meus clients després de cardar? El meus ninos xerraires els anomeno.

Només vull fer la meva feina, sense complicacions. No sé què és el que veuen en mi. Estic agafant complexe de Mare Teresa dels Polvos. Que si et veig com una amiga, que si ets tan comprensiva (jo que no bado boca), que si és com si ens coneguéssim de tota la vida, que hem connectat .......
«concentrat nena, aviat se'n cansarà si no li fas cas».

Horror! La temuda arruga a fet acte de presencia. Sí, és ben petita, gairebé inapreciable, just en el naixement del pont del nas. Ai, quina angunia! Ja sé com acaba això.
«Nota mental: demanar hora per una nova sessió. Vinga, dos-cents euros més».

Mantenir aquesta carrosseria en optimes condicions requereix un seguiment i una despesa constant. Millor torno al llit. En un moment s'oblidarà de tant de bla, bla, bla. Sóc molt bona quan m'hi poso. Encara en treure prou pel nou tractament de Botox.




martes, 27 de septiembre de 2011

“The Next Big Thing”.


En un revolt del Solimŏes, riu que separa Brasil de Colòmbia i Perú, el pare Joao Meirelles observa com juguen els nens de la tribu enmig de la selva.
Dibuixa en un quadern l'escena de cosos nus, adornats amb cintes de colors llampants i tatuatges, meravellant-se de la innocència amb que es desenvolupen els jocs.

En aquell moment entren per la clariana els guerrers, transportant un porc salvatge i unes truites que pengen de les llances. Fa pocs dies que va topar amb aquests indígenes, una de les poques tribus perdudes escampades per la conca amazònica.
«Actua amb prudència, no sé sap com se'ls pot enutjar o insultar», es recorda.

Uns crits capten la seva atenció. Un dels nois es perseguit per la resta de la colla. S'esmuny d'un, de dos, i fins de tres rivals sense dificultats, guanyant les branques d'un arbre proper amb un salt. Grimpa entre el fullam, deixant-se caure amb una tombarella al costat d'un cistell ple de fruits d'Açaí. El marrec els llença en l'aire i engaltant-los amb el peu, els dispara contra els seus perseguidors. No n'erra cap. Meirelles segueix l'escena bocabadat.

Ja de nit, el religiós s'espera impacient fins que l'àpat de porc i el vi d'Açaí fan els seus efectes. Quan tots dormen, marxa sigil·losament fins la riba del Solimŏes on amaga la petita embarcació a motor. Immediatament posa rumb riu amunt, desfent-se del molest alçacoll.
Tes dies després arriba a la ciutat de Tabatinga. Sense perdre un minut és dirigeix a una cabina telefònica i marca un número memoritzat. A l'altre banda algú despenja l'auricular.
—Sóc Meirelles, l'observador 47, destinat a Tabatinga. Heu de venir, porteu la quincalla i el rom, .... potser armes, poden oposar resistència. Ràpid, he trobat el nou Pelé!




lunes, 26 de septiembre de 2011

Crèdula.


Havia escapat de forma miraculosa. Tres anys tancada en companyia d'altres cetacis que feien cabrioles a canvi de la ració diària.
«Mai més, mai més», es repetia, solcant les embravides onades a tota velocitat.

L'orca havia sentit els rumors al llarg dels seus viatges pel Mediterrani, un mar on cada dia era més difícil trobar un àpat decent.
―Menjar a cabassos ―deia un dofí a un altre, prop de les illes gregues.
―Sí, jo també ho he sentit. Sis àpats al dia ―va sentir dir a un grup de tonyines.
―Només has de deixar-te veure't. Sempre piquen ―va explicar-li una petita marsopa.

No s'ho va pensar dos cops, va canviar de rumb, endinsant-se en aigües més càlides.
Va passar dos dies nedant vora la línia de costa. De tant en tant expulsava un potent doll d'aigua o assajava una pirueta. De reüll guaitava els estranys bípedes amuntegats a les platges que aplaudien entusiasmats.
«Els tinc al sac, estan bocabadats», s'enorgullia l'orca.
Quan les embarcacions es van apropar, no va témer res.
«Les meves exhibicions donen els seus fruits, m'ho he ben guanyat».

Va anar molt ràpid, però no com pensava. No va notar els petits fiblons clavant-se en la dura capa de greix. Es va veure encerclada per xarxes i tot seguit va ser remolcada.
Quan va despertar ja hi era al tanc amb els dofins.

―Mai més. Mai més m'entabanen ―es va prometre mentre fugia.




lunes, 19 de septiembre de 2011

Ciudad dormitorio

Nos casamos y nos fuimos al piso a vivir. Allí el alquiler era más barato que en el centro. Vivíamos entre enormes edificios rectangulares que se alineaban multiplicando su simetría hasta donde se perdía la vista, lejos de nuestros trabajos respectivos; para llegar allí debíamos tomar el tren de cercanías, un autobús y el metro, y para poder llegar sin retraso debíamos levantarnos antes de las seis. Nuestros gastos, una vez descontados los desplazamientos, las facturas y la comida, se limitaban a lo mínimo y los Domingos los pasábamos en casa intentando recuperar el sueño perdido durante la semana. A los pocos meses comenzaron las desavenencias; al año y medio nació nuestra primera hija, mi mujer comenzó a perder la silueta y a engordar. Solía irritarse a menudo y se alteraba con gran facilidad.

Una mañana de Domingo no lo pude soportar más y salí de casa dando un portazo; una vez fuera eché a andar sin rumbo por la avenida vacía que se extendía larga y recta como dos murallas de edificios gemelos. No era la riña reciente lo que me había hecho obrar así; me sentía desasosegado por todo; percibía mi vida como un transito amargo carente de perspectivas; un abandono contínuo de mis sueños y aspiraciones; un sacrifício forzado por el que no iba a obtener compensación alguna.

Cuando llegué al ultimo tramo de calle, me sorprendió constatar que nunca había estado allí pese a vivir en aquel lugar; miré hacia atrás y ví los bloques de viviendas alineados con sus ventanas en hilera como los nichos de un panteón y pensé que tal vez aquello era realmente un cementerio; un lugar donde marchitarse y ser olvidado mientras el mundo gira indiferente a tu alrededor.

Seguí caminando; atravesé un largo puente por donde circulaba un río de aguas que olían a cloaca y a medida que me iba adentrando en aquella tierra de nadie todo mi entorno se degradaba formando un mosaico de estructuras rectangulares en abandono; paredes onduladas que una vez fueron blancas unidas por hileras de remaches se exhibían ante el observador ocasional luciendo parte de la estructura metálica que las sostenía; otros edificios más antiguos construidos sobre ladrillo ennegrecido mostraban también su abandono con el consabido tapiado de puertas y ventanas principales y el desmoronamiento parcial de su estructura; en los lugares donde dominaba el descampado apenas podían distinguirse las partes en construcción de las demoliciones; lo nuevo y lo viejo se entremezclaba formando cortes vagamente rectangulares sobre un lecho de tierra removida y de cráteres lunares.

Comencé a desesperarme; quería salir de allí a toda costa, pero no de aquel lugar en concreto: mi mente anhelaba huir; burlar mi destino, escapar de todo aquello. Llegué hasta donde la tierra parecía dividirse en dos mitades cortadas por los surcos paralelos de la vía del tren. Un lejano zumbido precedía su llegada; me tumbé apoyando la nuca en la vía y esperé.

Rocco

-Yo lo he visto con mis propios ojos; estaba aquí; en este preciso lugar mientras Rocco vaciaba la sangre de sus víctimas y lo hizo sobre esta misma lápida; las tumbaba aquí y desgarrándolas con sus propias manos, devoraba sus entrañas y bebía su sangre hasta saciarse. Cuando se transforma no es humano y tiene una fuerza sobrenatural; sus manos son grandes como garras, sus dientes largos y afilados y una gruesa mata de pelo recorre todo su cuerpo.

Hizo una pausa para tomar aire; parecía raptado por la emocíón que desprendían sus propias palabras; el joven hablaba con los ojos perdidos; ausente de su entorno y de los tres espectadores escépticos que le habían acompañado durante el trayecto; su mente parecía albergar un solo pensamiento: revivir la experiencia que estaba narrando hasta el mínimo detalle:
-El siempre escoge este lugar por que es el más apartado y solitario; lleva a sus víctimas hasta aquí y las deguella con sus propias manos para beber su sangre; luego las destroza y se las come…
-No es que desconfiemos de su testimonio: le interrumpió uno de los hombres-Pero viéndole describir la escena con tanto detalle: me ha venido a la cabeza una idea: debía encontrarse usted muy cerca de este lugar mientras ocurrían los hechos, de ser así: ¿Cómo pudo presenciar tal horrible escena sin ser visto?
El joven contuvo el aire y permaneció unos segundos en silencio antes de responder:
-Por que mientras está Rocco no estoy yo…
-Disculpe una vez más mi atrevimiento pero todo esto no me cuadra: ¿Podría aclararnos quien es ese tal Rocco?
.Pronto lo sabrán…
La luna arrojaba su tenue resplandor a través de las nubes como si fuese una invitada no deseada cuya presencia profanara la santidad de la noche; un fantasmagórico mar de niebla envolvía el cementerio con la suavidad de un manto grís de terciopelo y flotando tras las nubes: una luna redonda y pálida parecía mirar desde lo alto del cielo.

martes, 13 de septiembre de 2011

Pels Serveis Prestats


Els companys li havien fet el millor regal en l'últim dia de feina. Després de molts anys lliuraria una carta que no seria del banc, ni factures, ni publicitat, cap catàleg de mobles nòrdics, ni premi sorpresa d'un concurs inexistent.
A l'interior de la cartera de pell llustrada només duia una carta que esperava ser entregada. L'Hipòlit estava joiós, pujava els costeruts carrers de Vallcarca amb la mateixa empenta de trenta anys enrere. Una suau fragància a liles emanava d'aquell sobre.
«Secrets d'enamorats», es va dir.

Per l'Hipòlit el seu treball era un deure sagrat. El correu electrònic i les xarxes socials havien acabat amb la seva il·lusió, però aquella carta ho podia canviar tot de nou.
«En la meva joventut, quan enviaven una carta pel matí, el remitent n'esperava resposta aquella mateixa tarda», deia sempre l'avi.
L'Hipòlit no havia conegut aquells temps gloriosos, però des de petit havia desitjat convertir-se en carter, portar a bon port aquells petits sobres que amagaven tantes passions.

Va enfilar l'últim carrer fins el número indicat. Una antiga casa de dues plantes encabida entre edificis desgavellats. Semblava abandonada. Va empènyer la tanca del jardí ple de matolls. La porta principal era oberta. L'Hipòlit tremolava d'excitació. Qui el sortiria a rebre?

La bellesa de la dama el va ennuegar. Era ella, la que havia vist tantes vegades en el seus somnis. La mateixa Mort sortia a rebre'l. L'Hipòlit va somriure agraït, va posar la carta en aquella mà delicada i es va desplomar, fulminat.

Els seu companys el van acomiadar tres dies més tard en el cementiri de Collserola.
—Un atac. No va patir. El seu rostre era tot felicitat— es deien els uns als altres amb gest compungit.




Incondicionalment


—Iaio! Què has fet?
La Mercè va deixar caure el gibrell de la roba, dirigint-se cap el sofà, on seia l'avi Pau. L'ancià es cobria la boca amb un drap ensangonat al temps que assenyalava la taula del menjador. La Mercè, neguitosa però menys espantada, s'hi atansà.
Sobre l'hule de ganxet hi havia un mocador tacat, nuat com un farcell, i un paper curosament doblegat al costat. La Mercè no gosava llegir el paper ni obrir el paquet, però l'avi Pau, gesticulant, l'atià a fer-ho. Per fi es va decidir a començar la lectura d'aquelles poques ratlles de cal·ligrafia tremolosa, que intuïa, serien les més dures que hauria de llegir en la seva vida.

«Estimada nena, els teus fills i tu, sou l'única cosa bona que em queda en aquest món. Em vau acollir quan ningú em volia, sóc una càrrega encara que ho neguis. No tinc res per deixar-vos el dia que em mori. Són temps difícils i els diners de l'ajut social no arriben. L'altre dia ho vaig veure pel noticiari, paguen molt bé per qualsevol objecte d'or. A mi poc servei em fan, els meus budells admeten poca cosa més que les sopes de pa. No et faci angunia, amb el que et donin potser arribem a fi de mes. Us estimo molt».

La Mercè va deixar caure el paper, llençant-se als genolls del seu avi, com tantes vegades havia fet de petita quan buscava el seu cònsol.
—Iaio, iaio— sanglotava.
L'home que havia viscut les misèries de dues guerres i que sabia què era passar gana, acaronà els cabells més blancs que daurats d'aquella dona forta, capaç de tirar endavant la família sense una sola queixa.
Hagués volgut dir-li que tot s'arreglaria. Tampoc calia.




lunes, 12 de septiembre de 2011

Tiempo

Un reloj se había adelantado varias horas con respecto a todos los demás. Era el de un hombre que deambulaba errático por calles desiertas, almorzando en restaurantes vacíos y llegando a citas en donde nadie lo esperaba. Podría haber atrasado su reloj y todo hubiese vuelto a la normalidad, pero no lo hizo, por eso fue un incomprendido. Y así fue como tuvo un entierro intimo, ya que nadie supo que había muerto. Sólo con el transcurso del tiempo la gente supo de su fallecimiento, y luego más tarde fueron esos mismos desconocidos quienes conocieron sus actos por la estela que había dejado aquel extraño ser adelantado a su tiempo.

martes, 6 de septiembre de 2011

Oro número doce

El prepotente amo, orgulloso, se encuentra sentado a la sombra de una ceiba frente a su casa contemplando el amplio territorio que gobierna. Hace un gesto casi imperceptible, ante lo cual un negro y efebo esclavo se acerca, le entrega una pequeña caja de madera al tiempo que da un gran escupitajo sobre la arena. Déspotamente le dice:
- Llévaselo al compadre. Le dices que le envío una docena. Y por tu bien, no tardes.
No había terminado el amo de ordenar y ya estaba el mulato corriendo a pies descalzos y pantalón corto raído sobre el empolvado camino, mientras ágilmente esquivaba obstáculos para acortar distancia.
A mitad de la travesía, el mulato tropieza violentamente con una piedra, la pequeña caja se desprende de sus manos, vuela por los aires hasta caer bruscamente sobre el suelo lo que hace que ésta se abra y esparza su contenido sobre el camino de arena
Magullado y algo aturdido por el gran golpe, se levanta con dificultad, y asombrado observa frente a si varias pepitas amarillas que brillaban agradablemente bajo la luz del sol. Ansiosamente preocupado se pone de rodillas, rastrea meticulosamente el lugar y empieza a recogerlas poniéndolas nuevamente dentro de la pequeña caja, mientras va contándolas una por una: una, dos, tres, cuatro, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce….trece. ¡Trece! -Se repite a si mismo- Realiza varias veces el mismo conteo y al final nuevamente ¡Trece!
Cayendo en cuenta que su amo se ha equivocado, feliz, toma una de las pepitas, la guarda en el bolsillo de su pantalón y sin perder más tiempo emprende nuevamente la carrera. Al llegar, encuentra al obeso hombre semidesnudo, recostado en una hamaca del solar de la casa, junto a su mujer, quien está distraída tras sus quevedos intentando tejer una lana.
- Mi amo le envía esta caja y le manda decir a usted que le envía una docena.- Grita el mulato al llegar.
El compadre se pone en pie, se acerca al muchacho y se percata de lo lacerada que está la caja.
-¿Has abierto la caja?- La pregunta inquisitivamente.
- No mi señor- miente tajantemente el mulato.
Se dirige hacia donde esta su esposa con precaución de no ser oído para decirle en un susurro: -¡Mujer!, ¿cuanto es una docena?- Ella con desgana mira hacia el horizonte, se detiene durante unos segundos y vuelve a concentrarse en su tejido.
El compadre refunfuña por la indeferencia y abre la caja ante los ojos saltones del mulato. De una manera bastante torpe empieza a contar las pepitas de oro que van pasando de la caja a su mano: - Una…, dos…, cuat…- Se detiene, niega con su cabeza y vuelve a empezar: una…, dos…, tres…, cuatro…, cinco…
-¡Cinco! ¡Cinco!- No conté el cinco- Se reprime en su cabeza el mulato. El miedo lo aborda y sus piernas empiezan a temblar descontroladamente.
- Siete, seis… no, no…– Corrige el compadre- seis…, siete…, ocho…,
Con cada número que avanza, el mulato se angustia más y más, sabiendo que será severamente castigado por la falta cometida. Así que discretamente se aleja del lugar para iniciar la escapada.
-Nueve, diez….- Cavila un instante, e indeciso se detiene sin pasar la pepita a la otra mano- diez…diez… diez…
- ¡Doce!- Dice inesperadamente su mujer sin dejar de mirar el tejido.
El mulato, al oir lo que ha dicho la mujer detiene en súbito la fuga. Un aire fresco pasa por su cuerpo.
- ¿Segura mujer?- Le refuta el compadre.
- ¡Segurísima!- Responde.
El compadre, con gesto de aprobación toma las pepitas y empieza a dejarlas caer en un recipiente transparente que se encuentra sobre la mesa a medio llenar de más pepitas doradas. Bruscamente interrumpe su proceder y varias pepitas caen al suelo cuando oye a su mujer repetir:
- Doce unidades tiene una docena. ¡Si señor, segurísima, doce!

sábado, 3 de septiembre de 2011

Cerveza


Iba por mi segunda cerveza: abrí la nevera y cogí una lata, encendí un cigarrillo y aspiré una honda bocanada mientras trataba de obtener valor. Puedo decir con certeza que llevaba años sin disfrutar tanto de una cerveza y un cigarrillo, el olor a vida me llamaba, terminé mi cerveza y encendí otro cigarro mientras pensaba en lo que tenía que hacer; en la grave decisión que llevaba tiempo sopesando


El día había sido tranquilo; el trabajo no me había retenido hasta tarde como casi siempre y me pude permitir regresar a una hora relativamente temprana. La idea de llegar y encontrarla despierta nublaba mi mente y me llenaba de dicha; planeaba en mi cabeza una noche romántica con vino que acababa de comprar y placer; pensaba ingenuamente que con eso llenaría los vacíos que dejaba el trabajo entre nosotros.

Mi único escape a esa vida sin rumbo y a la vez con metas firmemente trazadas, era ella; llevaba años a su lado, el tiempo ya había hecho estragos en nuestros cuerpos y en nuestros corazones, pero aún así seguíamos juntos, la rutina se había apoderado de mí y a veces temía que esta vida que llevábamos ya no la hiciese feliz.

Por eso quería sorprenderla una fría noche de Martes. Caminé desde el trabajo hasta casa con paso apresurado y sin pararme en ningún establecimiento pese a las luces de los rótulos que me llamaban con voz tentadora. Cuando llegué, preferí no llamar al interfono; una vez arriba, giré la llave despacio, procurando no hacer ruido con la intención de darle una grata sorpresa. Adentro las luces estaban apagadas; caminé a tientas por el pasillo y fui abriendo despacio las puertas. Al principio me aturdí cuando escuché los tenues gemidos que provenían de la habitación; la puerta de mi cuarto, de nuestro cuarto, estaba medio abierta, pude distinguir sus espaldas asomando a través de las sábanas blancas; pude verla durante unos segundos gimiendo y retorciéndose sobre los miembros de aquel desconocido; las manos de él le acariciaban la espalda en la misma cama que compartía con ella. No soporté más la escena, retrocedí unos pasos y fui tambaleandome hasta la cocina.

Iba por mi cuarta cerveza; la casa donde viví tantos años con mis padres y con mi madre cuando mi padre murió y con ella hasta que murió tambien y los objetos, los retratos, los recuerdos, los muebles, los libros, mostraban el aspecto inocuo de tantos años de compañía pero parecian ajenos por completo a mi persona; mirando mi entorno, intentaba reconocerlo en aquellas lineas y contornos y en aquellas amalgamas de sombras, y no lograba ubicarme; permanecí allí sentado hasta que perdí la noción del tiempo mirando las manchas húmedas de la pared, como si todos aquellos espacios pertenecieran a un mundo ajeno y extraño; a un sueño plagado de visiones extrañas y de incongruencias.

Tiré mi ultima colilla humeante al interior de la lata vacia y empuñando el cuchillo que reposaba en el mármol de la cocina, me encaminé de nuevo hasta la habitación; esta vez no me importó hacer ruido: abrí completamente la puerta y los vi allí. Estaban abrazados como dos seres que se aman, abrazados como solíamos abrazarnos años atrás ella y yo. El ruido de la puerta al abrirse les hizo percatarse de mi presencia. Recuerdo muy bien su expresión de sorpresa; creo recordar que ella me miró a los ojos pero fue durante solo un segundo; recuerdo tanto su expresión de desconcierto y sorpresa como las últimas palabras entrecortadas que brotaron de su boca y que ahora me acompañan en las frías noches de esta celda húmeda. Todavía guardo su sonrisa guardada en el alma y su sangre seca en mi rostro. Ahora puedo decir que logré mi objetivo: finalmente pude sorprenderla una noche de Martes…


miércoles, 31 de agosto de 2011

Zona de embarque

Una vez pasado el quinto control, reinaba la calma en la zona de embarque, y ya no hacía falta llevar el billete bien guardado, escondido. Se podía llevar tranquilamente en el bolsillo trasero de los pantalones o incluso en la mano, a la vista. En cuanto se comprobaba que el número del billete coincidía con el de la base de datos, el documento perdía todo su valor, pues tras el último arco de seguridad todo el mundo tenía el suyo. Diez minutos o diez metros antes, en la cola de acceso, aquellos tickets plastificados se vendían por muchos miles de dólares. Algunos, los que garantizaban un vuelo en menos de dos horas, por millones. 
     Nadie se atrevía a asegurar hasta qué punto las ciudades del Oeste quedarían destruidas por el tsunami. Se calculaba una subida del nivel del mar de entre treinta y cien metros, durante entre quince y cuarenta minutos. No se disponía de predicciones más concretas, pero con aquel rango catastrófico era suficiente. Había quien dudaba de la propia existencia del cataclismo o de su inminencia. También había, en la playa de Malibú un grupúsculo de presuntos iluminados esperando alegremente el advenimiento de una ola mitológica que, aunque sólo fuese como transición a un más allá acuático e ideal, se los llevaría por delante. “La salvación está cerca”, cantaban. 
     La elección por sorteo de los afortunados que podrían abandonar la zona en transporte aéreo se hizo en cuestión de horas y fue, como no podría haber sido de otra manera, un fraude. Era escandaloso saber que prácticamente nadie ajeno al proceso se quedaría en tierra, pero no había ni un minuto para reclamaciones, no quedaba tiempo. Si uno tenía ticket, volaría. Si no, lo mejor era buscar otra manera de huir hacia el interior o las montañas cuanto antes. La gasolina cotizaba a precios astronómicos. Saber montar a caballo se convirtió de la noche a la mañana en un valor en alza. Volvió a marcar la diferencia, a ser aristocrático.
     Se estimaba que en doce horas tendría lugar el movimiento sísmico en el lecho del Océano Pacífico. En dieciséis se produciría el impacto de la ola resultante contra las costas de California. Si todo salía como estaba previsto, dos horas antes despegarían, casi simultáneamente, los cinco últimos aviones civiles del aeropuerto de Los Ángeles. Algunos de sus pasajeros aún no se creerían la suerte que habían tenido. Otros empezarían a sentir una culpa que les perseguiría para siempre, la culpa de saberse impostores, dueños de una oportunidad que no les correspondía.

martes, 30 de agosto de 2011

El final de la guerra freda.


Ens vam conèixer a les reunions de la llibreria aeronàutica de Gràcia. Jo duia un magnífic Spitfire de la RAF. Fins i tot havia aconseguit un manual de vol original com els que empraven els pilots dels models IIA i IIB.
L'admiració dels meus companys es va esvair quan ell va entrar amb un flamant Mitsubishi A6M. Els temuts “Zero” japonesos.
—Encarregat a un artesà d'Osaka, heroi de guerra, amb el corresponent certificat —va deixar anar com si res.
Aquell dia va començar la nostre rivalitat.

Vaig aconseguir una replica del mític Fokker D.L., el triplà vermell del Baró Von Richtofen, però ell enlluernava els nostres col·legues amb el “Spirit of St. Louis”, l'aeroplà amb el que Lindebergh va creuar l'Atlàntic per primer cop.

Un cop vaig creure que li havia passat la mà pel davant. Havia aconseguit passatge en el primer vol de l'Airbus A380, el jumbo comercial més gran del món. No em vaig estalviar el ridícul. Ell figurava en la llista d'espera pel primer vol turístic que orbitaria sobre la Terra.

Un tarda em va convidar a casa seva. Ja al saló intentava explicar-li que de petit havia conegut l'aeròdrom militar de Los Llanos on el meu pare treballava a oficines. No m'escoltava, el seu avi havia servit com a pilot a la legió Còndor, i el seu pare a les primeres promocions d'Ibèria. Anava d'un cantó a l'altre assenyalant fotografies, premis i condecoracions. Em vaig atansar pel darrera. A les mans brandava a mode de maça un conjunt pistó biela d'una vitrina propera. Vaig alçar el braç sobre el seu cap, i el vaig deixar caure imitant el brunzit dels Stukas alemanys quan atacaven en barrina.
Un cop, i un altre, i un altre ........




miércoles, 24 de agosto de 2011

Fotografía

La fotografía siempre fue una de mis mayores aficiones; siempre que me mudaba de residencia tenía por costumbre plasmar en papel todas las partes de la casa. Yo sabía todo lo que tenía que saber de fotografía, como revelados, tipos de papel etc. Y disponía de todo lo necesario para su elaboración. Mi padre me enseñó el ofício desde pequeño, y cuando él murió, todo el material pasó a pertenecerme.
Mi casa disponía de un gran salón con cocina y un largo pasillo con cuatro habitaciones y dos cuartos de baño. Fotografiaba las habitaciones desde diferentes perspectivas. Un día me puse a fotografiar una de las habitaciones que quedaba al fondo del pasillo; un cuarto oscuro cuyas ventanas daban a un laberinto de calles que se desenmarañaba bajo un laberinto de estrellas. Tenía la impresión mientras miraba a través del objetivo de que me encontraba muy lejos de todo aquello, y lo que sucedía al otro lado de la cámara no guardaba relación alguna conmigo, aunque mi instinto me decía que acabaría afectandome profundamente. Creí ver unas figuras borrosas que lentamente iban ocupando aquel espacio, y mientras observaba aquella escena, tuve la sensación de que no era yo el espectador sino el objeto sobre el que se centraba la atención de docenas de ojos invisibles.
Cuando revelé las fotos aparecieron las caras: unas mostraban piedad, otras tristeza, maldad, angustia, dolor, horror; esto empezó a obsesionarme; no comía ni dormía, vigilaba mi territorio como un perro guardián.
Los veía por todas partes; a todas horas; usurpaban mi espacio y querían echarme de allí como se expulsa a un intruso, por eso cuando vacié aquel bidón de gasolina y prendí fuego a la casa, supe perfectamente lo que hacía; he pagado el coste de aquel acto con mi reclusión, pero los rostros que ví a través de las llamas ascendiendo y evaporandose con el humo, eran claros en sus expresiones y en los sentimientos que transmitían mudos hacia mí: yo les había liberado, y con mi acto: acababa de proporcionarles la paz que tanto añoraban.

lunes, 22 de agosto de 2011

La foto de la dama

Al ganar el Pulitzer como fotógrafo de guerra creyó que que había alcanzado su meta, ese estado de excelencia y reconocimiento profesional que le liberaban de cualquier presión para demostrar su talento. ¡Qué terrible error! Pasó a ser esclavo de su pretensión de demostrar que era digno ganador de tan alta distinción.

Una vez se ha captado -"magistralmente", según el jurado que le concedió el premio- la esencia de la tragedia de la guerra, quedan pocos hitos con los que superarse. Tuvo que buscarlos en los límites de la dureza física y psicológica. Se dedicó a recorrer ambientes de degradación social, buscar protagonistas de historias sórdidas y violentas, intimar con gentes tan repulsivas como peligrosas para su integridad física y mental, con tal de poder fotografiar algo que pudiese superar los impactos pasados.

Viendo la foto del miliciano de Capa supo lo que le faltaba: fotografiar la muerte. Quiso formar un libro con fotografías del momento preciso en que sus modelos expiraban. Recorrió hospitales, hospicios, más campos de batalla, barrios donde la ley vivía exiliada y el orden era el del más fuerte. Acumuló rostros angustiados, aterrorizados, encerrados en si mismos, pero la muerte, la esencia del último tránsito, le resultaba inalcanzable.

Le despertó la llamada de un confidente habitual. La vieja parecía ya en sus últimos estertores y el director de la residencia no había conseguido localizar a sus familiares, no habría problemas. Se vistió con lo primero que encontró y sin siquiera lavarse la cara partió deseando encontrar el rostro de la vieja dama antes que se escapase, otra vez.

Con una mano manejaba el volante y con la otra alternaba entre el cambio de marchas y la bolsa, donde comprobaba que contaba con todo el material. Estaba probando el flash cuando apareció el camión. El flash funcionaba bien, los frenos no. El impacto provocó un terremoto en su cuerpo, nada quedó en su mismo sitio. La cámara debió girar; algo, acaso su mano, apretó el obturador.

Su última foto fue la que culminó su proyecto. Al fin atrapó el rostro de la dama de negro.

domingo, 21 de agosto de 2011

Càstig

Un rodamon. Un rodamon que es dedicava a robar per què com que mai no parava enlloc prou temps com per guanyar-se la vida d'una manera estable havia d'aprofitar-se del que altres hem estalviat fent-ho per ell. No és que sigui mala persona, però ha fet molt de mal. Mal irreparable.

Estic segur que no volia fer-li mal a ningú, només agafar diners o quelcom que pugués vendre ràpidament per a pagar-se les properes setmanes de vida, però quan ell va entrar a casa la Joana era dins. Normalment no hagués corregut. No hagués caigut per l'escala. No s'hagués matat. Hi ha casualitats que et maten.

El jutge pensa de manera diferent. Creu que ell només és culpable d'intent de robatori i no sé quina conya legal que no és assassinat encara que la meva companya hagi mort per la seva culpa. Només haurà d'estar uns quants anys a presó. Massa poc. Massa pocs anys.

Se'n sortirà. És un supervivent nat. No patirà el que d'altres patirien allí dins. A més és espabilat i s'ha col·locat al taller a treballar tots els matins, per guanyar quatre rals i tenir quelcom que el distregui del no fer res i no poder anar enlloc.

El món és molt petit i està ple de mocs. Però de vegades hi ha casualitats que t'alegren la vida. Com que jo sigui el cap de vendes d'una empresa que de vegades ha treballat pel Departament de Presons. I que aquesta empresa es dediqui a fer impressions de gran qualitat i pósters.

Només li pot fer mal l'estar tancat, sense poder sortir, sense poder moure's d'un lloc a un altre,sense poder viatjar, sense poder somniar en una nova vida al proper lloc on arribi. Això si que li pot fer mal. Però només si ho pateix contínuament. Només si veu cada moment el que s'està perdent.

Per això li he fet el regal a l'encarregat del taller de la presó. Un póster amb una inmensa sabana banyada per la llum del blau cel africà. Just enfront d'on ell passarà els propers anys de la seva vida, sense poder anar més enllà de quatre parets.

lunes, 15 de agosto de 2011

Passant comptes.


Sortia del “Heels & Scissors” per la porta del darrera ensopegant en els cubells de deixalles. Gran error barrejar amfetamines i rom! Dins del club les strippers ballaven a cop de maluc amb el funky de Sly & The Family Stone. El cap em rodava com en una fira de cavallets. L'abric de pell amb coll d'ermini va caure. No importava, l'estomac deia prou.
Vaig recolzar-me contra la paret entre convulsions. La barreja d'alcohol, restes d'hamburguesa i pastilles mal digerides brollaven expectorades en un engrun pastós i calent com un volcà entrant en erupció. Fastiguejat provava de netejar els pantalons de campana i els botins blancs.
«Merda tio, el vestit de tres-cents dòlars. Foxy i Brown Sugar hauran de fer molts clients aquesta nit al Sunset»

—Netege't, negre —algú m'apropava un mocador a la cara. Estava massa confús i borratxo per estar alerta.
—Gràcies germà —vaig aconseguir articular, intentant mostrar el meu millor somriure.
La borratxera es va esvair de cop. Quatre paios m'observaven amb posat despectiu: duien ulleres fosques i espectaculars pentinats afro. Vaig reconèixer-los, anaven amb aquells fanàtics dels Black Panters. La Foxy i Brown Sugar venien amb ells. Me l'havien jugat!

—Jeremy, mira't. Ets un puto macarró. No hi ha lloc al barri per una sangonera com tu. No volem ionquis que facin el joc a l'home blanc.
—Un moment nois, duc calés i les claus del Cadillac a la butxaca, podeu quedar-vos les noies —somicava. Volia guanyar temps alhora que buscava la navalla.
«Collons, l'abric»
—Reconcilia't amb els teus avantpassats africans, ara pagaràs pels teus pecats.
Van apuntar-me amb les automàtiques. Quatre detonacions, dues bales impactant al tors.
«Em trobaran sobre els meus propis vòmits» ,va ser el meu últim pensament al caure.




viernes, 12 de agosto de 2011

Maleïts.


La van anomenar “la gran Crisi dels Quaranta” però realment va afectar els quaranta-quatre sistemes planetaris fins llavors colonitzats. La totalitat de la civilització en el zenit de les seva grandesa. L'home mai havia conegut abans un desenvolupament tan important en els camps de la ciència i la tecnologia. Res podia aturar-nos, controlàvem en bona mesura l'espai i el temps. Les distàncies del cosmos ja no eren insalvables, i el vell somni de perpetuar la humanitat indefinidament semblava garantit.
Tot era un miratge, una fugida endavant. La mentida més gran contada.

Cada món annexionat, cada sistema solar conquerit, era modelat per tal de convertir-lo en una còpia del nostre planeta mare, aquella petita esfera blava que vam devorar abans de abandonar definitivament.

Extrèiem dels arxius hologràfics els mateixos esquemes econòmics i industrials, les obres més significatives del nostre passat, reproduint-les un cop i un altre, renunciant a la imaginació, un dels trets diferencials més importants que ens definien.

Estàvem abocats al declivi. Els planetes satèl·lit no podien subministrar la quantitat necessària d'aliments i matèries primeres. Els vam esprémer un per un, convertint-los en erms desolats.

Fins que ells van arribar. Ens van titllar de bàrbars, de caníbals. Vam ser jutjats i condemnats. Ara som uns pocs milions atrapats en aquest planeta, un colossal zoològic. Som la lliçó, l'advertència, el mal exemple.

De moment acceptem el nostre fat, però algunes veus ja xiuxiuegen en secret. He sentit de nou les paraules prohibides jacents en el subconscient col·lectiu. No estem fets per la renúncia i l'acatament.
Aviat tornarem a estar preparats per deixar la nostre empremta.




jueves, 11 de agosto de 2011

ESTRATEGIA ANTICRISIS

El padre de uno de mis amigos es todo un estratega. Acostumbra a proclamar, que para evitar verse perjudicado por la malvada "crisis de los cuarenta", él atacará primero. Su estrategia consiste en ingresar en un gimnasio, fortalecer su condición física, tinturar lo que queda de su canoso cabello y usar ropa moderna para despistarla. Muy a pesar suyo cree conveniente que deberá alejarse (temporalmente tal vez) de su amada esposa, a fin de que ella no se vea afectada por tal arremetida, usando a cambio una joven e inexperta víctima como carnada. Y por último, cuando la vea venir, embestirla si es posible, o a lo sumo, huir a toda velocidad en un flamante Ferrari que ya se ha comprado para tal fin. Todos creemos que tal vez nunca la vio llegar.

domingo, 7 de agosto de 2011

EL REFLEJO

La mañana en que José despertó y abrió sus ojos, fue vivida por él como si solo una luna más hubiera pasado en su tiempo, sin percatarse del largo periodo que había permanecido dormido. Lentamente, mientras su pesado cuerpo adquiría escasos movimientos, pudo comprobar que se encontraba rodeado de batas blancas, quienes se mostraban alborotados por el milagro que estaban presenciando. Sus sentidos recobraban vida, observaba sus manos, se tocaba, hablaba, se oía, pero para él no era él. Oyendo las conversaciones, comprendió lo que había pasado. Y lo recordó todo, pareciéndole que apenas sucedió ayer.
Con el pasar de las horas el ambiente se apaciguó, la tarde llegó, y con ella algunas personas, dentro de las que estaba su madre, a quien no reconoció detrás del marchito rostro de aquella anciana mujer que lánguidamente se acercó para acariciarle con manos temblorosas. Al sentirla y oír su carrasposa voz, supo que era ella. Entonces, José preguntó por su padre. La mirada le cambió y bajando la cabeza con un visible pesar en su alma, le respondió:
- ¡Ha muerto mientras tu dormías!
En ese instante, fue inevitable que por su memoria trascurrieran todos los recuerdos que de él guardaba, y lo extrañó más que nunca. Su ausencia se empezó a sentir en el cuerpo a pesar de que había ocurrido hacía veinte años, y la pena dolió profundamente, quemándolo, sabiendo que había sufrido. -¡Qué no daría por haberlo visto una última vez! – Se dijo mientras padecía.
Su familia notó su dolor, y en un intento por mitigarlo, acercaron fotografías de sus últimos años, pero José solo encontró un hombre seco, viejo y arrugado al que no pudo contemplar como su padre.
El dolor continuó sin tregua durante el día y la noche, hasta la mañana siguiente, cuando después de ser afeitado, observó de frente un reflejo en el espejo, y al verlo, vio allí dibujada la que creyó era la viva imagen de su padre. Eran sus ojos, sus facciones y gestos los que se movían en el cristal que besó. Y le dijo:
- Allí estas, así te recuerdo. Yo no soy yo, pero ese eres tú.
HENRY PORRAS ANGARITA

viernes, 5 de agosto de 2011

L'Abocador.


En Manel es va despertar amb ressaca, els lladrucs de Sultà i la música de la ràdio destrossant-li les temples. Va intentar aixecar-se del sofà però va relliscar amb una de les ampolles escampades pel saló. En un segon intent va aconseguir mantenir-se en precari equilibri i cordar-se la llardosa granota.
Al obrir la porta va trobar-se amb el mateix decorat de sempre: muntanyes de cotxes desballestats rovellant-se a l'aire lliure, piles de pneumàtics vells i el tancat de filferro on el quisso esprimatxat bordava sense caure en el desànim.
—Calla d'una puta vegada —va cridar sense esma. Sultà va redoblar els lladrucs.
Frustrat, va optar per agafar la caixa d'eines i marxar el més lluny possible.
Caminava capcot, insensible al penetrant olor de benzina, oli de motor i àcid de bateria; el peculiar perfum del desguàs de l'autovia que Manel portava tatuat en la seva fosca ànima.

Va fixar-se en un Ford Fiesta vermell de cinc portes. Tant donava per on començar.
«1608 centímetres cúbics, 54 cavalls, motor dièsel, 1983 o 84», va dictaminar amb un cop d'ull.
Començava a desmuntar el volant de direcció quan va fixar-se en el sostre. Estava folrat amb antigues Polaroids que formaven un collage d'imatges color sèpia. Les va repassar encuriosit.
A totes les imatges apareixia la mateixa jove de somriure festiu abraçada amb altres noies.
Manel acariciava amb una mà greixosa una foto arrencada a l'atzar. Va recordar la nit en que ella va arribar a l'abocador demanant ajuda.
—He punxat una roda —va dir, amb aquell somriure innocent.

Manel va tornar sobre les seves passes. El sol ja declinava. Els lladrucs de Sultà el van acompanyar fins que va tancar la porta amb un cop sec. El gos es llançava rabiós sobre el filat.

«PAM!», la detonació a l'interior de la casa va fer callar l'animal. Sultà es va cargolar aclucant els ulls. Ja podia descansar.




domingo, 31 de julio de 2011

El cas De Bruijin.


Flash! Flash!
Disparo un cop i un altre la Pentax de quaranta megapíxels de resolució en el cos inflat i blavós que jeu nu en el dipòsit de cadàvers de la policia científica de Barcelona. Ferida mortal per arma blanca en el costat dret del tòrax presumptament perpetrada amb una barreta metàl·lica. Les despulles en res recorden a aquell jove atlètic immortalitzat al aconseguir un bronze olímpic en salt de trampolí.

Vaig seguir-lo durant els últims dos mesos per totes les poblacions del litoral català. Des de Portbou fins a Blanes. A Sant Pol vaig perdre-li la pista, però sabia que el retrobaria a Barcelona.

A l'habitació de la pensió repasso les fotografies de l'escena del crim que em van facilitar els Mossos en companyia d'una ampolla de bourbon. Peter De Bruijin sobre el llit, en un basalt de sang, abraçat al seu amant degollat. L'habitació està plena de papers esquitxats de taques fosques.
—Va ser un crim passional —em va dir l'agent de policia.
Amb la lent d'augment distingeixo en els papers les capçaleres d'hotels i agencies de viatges. El que sospitava, De Bruijin es va amagar treballant per petites agencies turístiques. L'antic traductor de la ONU desapareixia de les planes dels tabloides deixant enrere un bon enrenou. Mal negoci vendre secrets d'estat encara que sigui per que els publiquin els de Wikileaks.
«Idealistes, tots una colla d'estúpids arrogants!»

Aquest cop havia fet tard. La mà oculta dels eficients serveis secrets alemanys es revelaven pels ulls ben entrenats en els detalls de les fotografies. Per la policia només era un altre crim de gènere en la pila dels expedients per arxivar.
Cas tancat.




sábado, 30 de julio de 2011

El aprendiz

Cuando llegó a la sastrería para encargar el arreglo que necesitaba para su camisa, pudo ver de refilón a un adolescente de pecas rojas moviendose torpemente entre las estanterías; saltaba a la vista que era un aprendiz. Tuvo una repentina corazonada pero rechazó esa posibilidad dando por supuesto el buen sentido común del encargado de la sastrería.
“No será capaz” pensó para sus adentros mientras dictaba las instrucciones acerca de los arreglos que necesitaba su camisa.

Cuando tiró disimuladamente de la fina goma y se deshizo el doblete de la manga: cayeron todos los ases que ocultaba sobre la mesa de juego dejando una estela de rombos y corazones rojos y negros ante el estupor y la ira de los allí presentes.
-Lo ha hecho; me la ha jugado: murmuró entre dientes mientras escuchaba amartillear los cañones de los siete Colt que le apuntaban

domingo, 24 de julio de 2011

Civismo, por favor

Apoyando los pies sobre un asiento, un hombre fumaba tranquilamente un cigarrillo. Primero una calada, luego se metía entre pecho y espalda un trago de cerveza bien fría, y luego otra calada. De tanto en tanto acariciaba la cabeza de su novia, de cabellos dorados.
Estaba en la gloria.
Dos señores uniformados se presentaron de golpe frente a él. Estaban absolutamente perplejos.
– Disculpe caballero. ¿Puede bajar los pies del asiento? – dijo el más alto de ellos.
El hombre dudó un momento y luego acató la orden.
– Supongo que sabe que está prohibido fumar aquí – prosiguió el alto.
– Y beber – añadió el bajito.
Pasaron unos segundos de silencio incómodo en los que el hombre se bebió la media birra que quedaba de un trago, para luego rematar el cigarro con dos caladas largas.
– Y por supuesto está prohibido practicar felaciones. Esto es un tren, no un prostíbulo. ¿No les da vergüenza?
Tras escuchar sus disculpas, los guardias se marcharon, sin disimular los comentarios jocosos sobre la escena. El hombre frunció el ceño, al tiempo que abría otra cerveza.
– Un día que llevo billete, ¡y no me lo piden!

miércoles, 20 de julio de 2011

Cervesa o lectura

La vaig veure arribar amb els ulls lluents i riallers, bellugant amb gràcia el seu cos juvenil mentre caminava cap a mi, lentament, amb la seva melena despenjant-se despreocupadament, emmarcant-li un somriure subtilment pervers, mentre mantenia una mà al darrera la seva esquena. De seguida vaig témer que podia haver acabat el meu temps per llegir tranquil.

-Vols una cervesa?- la seva veu anunciava que jugava amb mi.

No va esperar que contestés. Simplement va portar cap endavant la mà que amagava al seu darrera i va plantar una mitjana a sobre la taula, ja sense tap però coberta amb un condó de color plàtan.

-Tanca el llibre abans de desar-lo, no sigui que perdis el punt- Certament, la meva lectura havia acabat.

lunes, 18 de julio de 2011

El recargolat art del reciclatge.


—És ell mama, el que em va tocar —sangloto assenyalant l'ancià de barba i cabellera blanca que la policia s'enduu emmanillat entre els comentaris horroritzats dels veïns.
La mama m'estreny contra la falda tremolant de rabia continguda, els ulls ennuegats de llàgrimes, acariciant-me els embenats del cap, cames i braços.

L'havia conegut la mateixa tarda en que vam arribar a aquell llogaret costaner per estiuejar amb els pares. Un excèntric, deia la mama, un bohemi, deia el pare, no t'atansis deien els dos. De seguida ens vam fer amics. Vivia dalt del turó, en un antic vaixell de pesca apuntalat amb bigues. Creava escultures de dofins i sirenes amb ampolles.
—Si em portes ampolles buides et daré unes monedes per que juguis al futbolí amb els amics —em va dir.
Em passava el dia damunt l'atrotinada Derbi buscant envasos de cervesa (el color ambarí era l'únic que ell volia), i carregant-los en la caixa de fruita que duia lligada a la bicicleta. Baixava fins a la platja on recollia el preuat botí que abandonaven els alemanys borratxos després de les gresques nocturnes i travessava el poble de tornada, sota un sol esclafador.
—Avui no duc calés noiet, la propera setmana —va dir aquell dia, enduent-se les ampolles.
El següent cop que em va dir el mateix ja sabia el que faria. Em vaig llençar a tota velocitat per la pendent del turó amb la bicicleta. Sense frens.

Vaig despertar a l'hospital. Un policia molt receptiu es va empassar tot el que vaig explicar-li. Aquella mena d'històries adornades amb detalls escabrosos sempre els agraden. Ja m'havia funcionat abans.

De reüll guaito com l'introdueixen en el cotxe patrulla. Em torna la mirada, que passa de la perplexitat absoluta a una sobtada comprensió. Els meus ulls són espurnes de malicia. Sóc conscient de la seva por.
«vell xaruc, no tornaràs a entabanar-me»

domingo, 17 de julio de 2011

Cerveza de visitante

Y sí, claro, tuve que tomarme una, ¿qué iba a hacer? Se ponen ciegos, no paran. Se ríen, orinan, vomitan y hacen estupideces. Y esto no es, ni de lejos, lo peor. Están loquísimos, muy jodidos. Yo ya avisé, no vuelvo más a ese planeta, para la próxima misión que envíen a otro.

sábado, 16 de julio de 2011

Semana del 18 al 24 de Julio. "Cervezas"

 
(imagen bajada de Internet)


A partir del lunes 18 se abre la veda para subir vuestro micro relato semanal a “Nietos del Hule”, tenéis de tiempo hasta el domingo 24.
Recordad:
El primer tema para inspirarse es: “cerveza”.
La extensión mínima es de una línea y máxima 20 o 25 (aproximadamente), pero si la cosa requiere de más espacio, pues nada, se cuelga igual.


A continuación el listado para proponer nuevos temas semanales, al final me he decidido por poneros por orden alfabético. Si alguien no va a participar, que avise mediante comentario, para saltar al siguiente de la lista.
1.         Aino, Lucrecia             semana del 25 al 31 de Julio.Tema: TRADUCCIÓN.
2.         Baronfer, Marcos        semana del 01 al 07 de Agosto.
3.         Espigares, Pamela      semana del 08 al 14 de Agosto.
4.         Ferre, Iván                 semana del 15 al 21 de Agosto. Tema: ÁFRICA.
5.         Fuster, Cristina          semana del 22 al 28 de Agosto.
6.         Poblet, Gaby              semana del 29 de Agosto al 04 de Septiembre. Tema: AVIONES.
7.         Porras, Henry            semana del 05 al 11 de Septiembre.
8.         Quintas, Julio             semana del 12 al 18 de Septiembre.
9.         Rey, Alberto               semana del 19 al 25 de Septiembre.
10.       Ros, Eric                     semana del 26 de Septiembre al 02 de Octubre.
Podéis proponer vuestro tema en cualquier momento, lo actualizaremos en el listado.
¡Al tajo! Que os divirtáis.