domingo, 9 de octubre de 2011

Despedida y Cierre.

El pasado 16 de Julio pusimos en marcha de forma espontánea este blog literario, punto de encuentro de alumnos y ex-alumnos de la “Escuela de Escritores” que habían asistido al curso de escritura creativa.
El resultado a mi entender ha sido satisfactorio, diez temas propuestos, treinta y seis micro relatos publicados, y casi dos mil visitas.
El tiempo pasa y los proyectos personales se acumulan, los deberes propios derivados del trabajo diario y la vida social absorben gran parte de nuestras energías, y todo ciclo debe cerrarse, como es el caso de este blog, cuya función creo que se ha cumplido: permitir expresar nuestros sentimientos en la red y de forma conjunta, proponiendo temas que espolearan nuestra imaginación.
Algunos volveréis a coincidir en el Aula, otros seguirán manteniendo el contacto a través de Internet o la espera de que sus caminos vuelvan a cruzarse.
A todas y todos, gracias por vuestra participación en este blog y la dedicación que le habéis dedicado. Espero que os hayáis divertido. Que el amor que sentís por las letras os acompañe siempre.

lunes, 3 de octubre de 2011

La Marioneta

Hay una unica puerta al final de las escaleras detrás de la cual está el desván. La oscuridad y el silencio lo invaden todo. Las extremidades desmembradas de los muñecos y de los títeres están desparramadas por el suelo; entre la oscuridad aparece de pronto un rectángulo alto y negro, como la taquilla del vendedor de entradas de una feria ambulante. De su interior asoma el rostro de madera de un personaje inanimado y abre la mandíbula para dejar escapar una risa mecánica. El muñeco tiene una cara bonita y una expresión distraida; le bailan los ojos como canicas en movimiento.

Entonces, de entre las sombras de la cabina surge una figura alta y delgada; la ropa le cuelga como trapos viejos y tiene el mismo rostro dulce y acartonado que el muñeco.

-¿Alguna vez te has preguntado?: comienza a decir el espectro alto y delgado-¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que hace tan horríble la animación de un muñeco? ¿Pero de qué se ríe este monigote estúpido? No hay motivos aparentes que provoquen la risa del muñeco, y aún así se ríe; “jajajajajaja” y lo hace de la forma más absurda y maligna posíble; parece saber algo que desconocemos y eso es lo que da miedo; el muñeco aterroriza pero es él quien de verdad está aterrorizado. Piensatelo: la madera ha despertado del sueño del que jamás debió ser interrumpido.

En el interior de la cabina: los ojos del muñeco han cambiado; de ellos manan ahora pequeñas gotas de sangre que parecen negras bajo la penumbra. Los ojos, la boca; toda la estructura de la cara representan horripilantes acrobacias de expresión. De repente: siento como una maraña de cuerdas invisibles descienden del techo; las cuerdas giran formando lazos y anudando mis extremidades. Una extraña rigidez se adueña de mis miembros y de mi rostro hasta que mi cuerpo adquiere la consistencia de la madera barnizada. Una risa horripilante e involuntaria se atasca en mi garganta, mis ropas sueltas se agitan en vano mientras unas gotas de sudor caliente resbalan sobre mis mejillas lacadas y mis ojos dan vueltas como canicas. Suspendido en el aire, voy flotando hacia la delgada cabina de madera que en adelante será mi nueva casa.

domingo, 2 de octubre de 2011

Muy Snob

Siempre había envidiado a esos jóvenes y su estilo de vida con sus fiestas privadas en el club náutico bailando casi cada noche hasta altas horas de la madrugada. Nunca supe qué era lo que hacía a aquella gente ser tan diferente a los demás; yo en mi lógica pensaba que la clase social a la que pertenecían les apartaba de la gente vulgar por considerar que no estaban a su nivel. Vivía en un bloque de pisos próximo al puerto deportivo y trabajaba en un restaurante cerca de mi casa, por lo que solía verles con frecuencia a primera hora de la mañana parando con sus flamantes coches a desayunar recién abierto el establecimiento. Era el simpático chico de los recados que les servía el desayuno, el discreto confidente con quien compartían sus bromas. Un día me bautizaron dándome un sobrenombre y empezaron a tratarme como si fuese uno de ellos, entonces supe que había entrado en su círculo.

Inexplicablemente, había sido invitado por la dudosa fortuna para asistir a una de sus fiestas y al llegar ví que me saludaban con alegría; parecían disfrutar con gran júbilo y el ambiente era luminoso y ensordecedor, tal como siempre me lo había imaginado cuando veía las luces brillando a lo lejos desde la terraza de mi casa, y así fue como transcurrió durante la primera hora, pero a medida que pasaba la noche comencé a experimentar una sensación difícil de describir; sus rostros risueños y despreocupados se fueron transformando en máscaras de enajenación eufórica sus risas frívolas se volvieron exultantes; ocurría en el ambiente; a mi alrededor; todo mi entorno estaba cambiando: el suelo que pisaba era una pasta resbaladiza de líquido derramado, la música se convirtió en un caos frenético y las risas eufóricas se mezclaban con ecos diabólicos cuyo lenguaje era incomprensible; algunos comenzaban a desvestirse, y otros se arrancaban los trajes. Las chicas lo hicieron tan rápido que pronto me ví rodeado de cuerpos desnudos; bailaban sin parar como si hubieran perdido la razón; sus rostros se disipaban con la velocidad que se cruzaban frente a mis ojos, y en medio de aquel caos, pude ver como su piel caía quedando en tejido vivo y palpitante; sucedió mientras se agitaban violentamente entre espasmos y convulsiones y poco más tarde, pude ver como aquellas llagas ulcerosas adquirían rigidez cubriendose de capas segmentadas parecidas a un largo caparazón anudado; de sus costados brotaron largas patas peludas con apéndices que terminaban en uña. Fue entonces cuando abrieron sus enormes bocas provistas de dientes largos y afilados mientras me rodeaban con aire amenazador. Impulsado por una especie de resorte, eché a correr a través del muelle pero mis perseguidores me alcanzaron en seguida, y comprendí que había llegado el final.

Santa Teresa dels Polvos.


Ataco amb el pinzell d'ombra d'ulls després d'abusar del pintallavis. La imatge que em torna el mirall no menteix. Les bosses sota les parpelles no es dissimulen amb el maquillatge. Haig de reduir el gruix de les celles. Intento no perdre la paciència concentrant-me en la recerca d'alguna arruga que hagi passat per alt, ignorant el paio ajagut al llit que segueix xerrant sense aturar-se.

El vigilo sense dissimul. Ara es tapa, ara destapa, gratant-se el genitals i el pit pelut. Estereotip del mascle satisfet després d'un bon clau. Perquè no marxa?
Faig un glop de la ginebra. La seva xerrameca sense sentit em dona migranya. No li he deixat prou clar que ha de pirar?

Perquè són tan pesats els meus clients després de cardar? El meus ninos xerraires els anomeno.

Només vull fer la meva feina, sense complicacions. No sé què és el que veuen en mi. Estic agafant complexe de Mare Teresa dels Polvos. Que si et veig com una amiga, que si ets tan comprensiva (jo que no bado boca), que si és com si ens coneguéssim de tota la vida, que hem connectat .......
«concentrat nena, aviat se'n cansarà si no li fas cas».

Horror! La temuda arruga a fet acte de presencia. Sí, és ben petita, gairebé inapreciable, just en el naixement del pont del nas. Ai, quina angunia! Ja sé com acaba això.
«Nota mental: demanar hora per una nova sessió. Vinga, dos-cents euros més».

Mantenir aquesta carrosseria en optimes condicions requereix un seguiment i una despesa constant. Millor torno al llit. En un moment s'oblidarà de tant de bla, bla, bla. Sóc molt bona quan m'hi poso. Encara en treure prou pel nou tractament de Botox.




martes, 27 de septiembre de 2011

“The Next Big Thing”.


En un revolt del Solimŏes, riu que separa Brasil de Colòmbia i Perú, el pare Joao Meirelles observa com juguen els nens de la tribu enmig de la selva.
Dibuixa en un quadern l'escena de cosos nus, adornats amb cintes de colors llampants i tatuatges, meravellant-se de la innocència amb que es desenvolupen els jocs.

En aquell moment entren per la clariana els guerrers, transportant un porc salvatge i unes truites que pengen de les llances. Fa pocs dies que va topar amb aquests indígenes, una de les poques tribus perdudes escampades per la conca amazònica.
«Actua amb prudència, no sé sap com se'ls pot enutjar o insultar», es recorda.

Uns crits capten la seva atenció. Un dels nois es perseguit per la resta de la colla. S'esmuny d'un, de dos, i fins de tres rivals sense dificultats, guanyant les branques d'un arbre proper amb un salt. Grimpa entre el fullam, deixant-se caure amb una tombarella al costat d'un cistell ple de fruits d'Açaí. El marrec els llença en l'aire i engaltant-los amb el peu, els dispara contra els seus perseguidors. No n'erra cap. Meirelles segueix l'escena bocabadat.

Ja de nit, el religiós s'espera impacient fins que l'àpat de porc i el vi d'Açaí fan els seus efectes. Quan tots dormen, marxa sigil·losament fins la riba del Solimŏes on amaga la petita embarcació a motor. Immediatament posa rumb riu amunt, desfent-se del molest alçacoll.
Tes dies després arriba a la ciutat de Tabatinga. Sense perdre un minut és dirigeix a una cabina telefònica i marca un número memoritzat. A l'altre banda algú despenja l'auricular.
—Sóc Meirelles, l'observador 47, destinat a Tabatinga. Heu de venir, porteu la quincalla i el rom, .... potser armes, poden oposar resistència. Ràpid, he trobat el nou Pelé!




lunes, 26 de septiembre de 2011

Crèdula.


Havia escapat de forma miraculosa. Tres anys tancada en companyia d'altres cetacis que feien cabrioles a canvi de la ració diària.
«Mai més, mai més», es repetia, solcant les embravides onades a tota velocitat.

L'orca havia sentit els rumors al llarg dels seus viatges pel Mediterrani, un mar on cada dia era més difícil trobar un àpat decent.
―Menjar a cabassos ―deia un dofí a un altre, prop de les illes gregues.
―Sí, jo també ho he sentit. Sis àpats al dia ―va sentir dir a un grup de tonyines.
―Només has de deixar-te veure't. Sempre piquen ―va explicar-li una petita marsopa.

No s'ho va pensar dos cops, va canviar de rumb, endinsant-se en aigües més càlides.
Va passar dos dies nedant vora la línia de costa. De tant en tant expulsava un potent doll d'aigua o assajava una pirueta. De reüll guaitava els estranys bípedes amuntegats a les platges que aplaudien entusiasmats.
«Els tinc al sac, estan bocabadats», s'enorgullia l'orca.
Quan les embarcacions es van apropar, no va témer res.
«Les meves exhibicions donen els seus fruits, m'ho he ben guanyat».

Va anar molt ràpid, però no com pensava. No va notar els petits fiblons clavant-se en la dura capa de greix. Es va veure encerclada per xarxes i tot seguit va ser remolcada.
Quan va despertar ja hi era al tanc amb els dofins.

―Mai més. Mai més m'entabanen ―es va prometre mentre fugia.




lunes, 19 de septiembre de 2011

Ciudad dormitorio

Nos casamos y nos fuimos al piso a vivir. Allí el alquiler era más barato que en el centro. Vivíamos entre enormes edificios rectangulares que se alineaban multiplicando su simetría hasta donde se perdía la vista, lejos de nuestros trabajos respectivos; para llegar allí debíamos tomar el tren de cercanías, un autobús y el metro, y para poder llegar sin retraso debíamos levantarnos antes de las seis. Nuestros gastos, una vez descontados los desplazamientos, las facturas y la comida, se limitaban a lo mínimo y los Domingos los pasábamos en casa intentando recuperar el sueño perdido durante la semana. A los pocos meses comenzaron las desavenencias; al año y medio nació nuestra primera hija, mi mujer comenzó a perder la silueta y a engordar. Solía irritarse a menudo y se alteraba con gran facilidad.

Una mañana de Domingo no lo pude soportar más y salí de casa dando un portazo; una vez fuera eché a andar sin rumbo por la avenida vacía que se extendía larga y recta como dos murallas de edificios gemelos. No era la riña reciente lo que me había hecho obrar así; me sentía desasosegado por todo; percibía mi vida como un transito amargo carente de perspectivas; un abandono contínuo de mis sueños y aspiraciones; un sacrifício forzado por el que no iba a obtener compensación alguna.

Cuando llegué al ultimo tramo de calle, me sorprendió constatar que nunca había estado allí pese a vivir en aquel lugar; miré hacia atrás y ví los bloques de viviendas alineados con sus ventanas en hilera como los nichos de un panteón y pensé que tal vez aquello era realmente un cementerio; un lugar donde marchitarse y ser olvidado mientras el mundo gira indiferente a tu alrededor.

Seguí caminando; atravesé un largo puente por donde circulaba un río de aguas que olían a cloaca y a medida que me iba adentrando en aquella tierra de nadie todo mi entorno se degradaba formando un mosaico de estructuras rectangulares en abandono; paredes onduladas que una vez fueron blancas unidas por hileras de remaches se exhibían ante el observador ocasional luciendo parte de la estructura metálica que las sostenía; otros edificios más antiguos construidos sobre ladrillo ennegrecido mostraban también su abandono con el consabido tapiado de puertas y ventanas principales y el desmoronamiento parcial de su estructura; en los lugares donde dominaba el descampado apenas podían distinguirse las partes en construcción de las demoliciones; lo nuevo y lo viejo se entremezclaba formando cortes vagamente rectangulares sobre un lecho de tierra removida y de cráteres lunares.

Comencé a desesperarme; quería salir de allí a toda costa, pero no de aquel lugar en concreto: mi mente anhelaba huir; burlar mi destino, escapar de todo aquello. Llegué hasta donde la tierra parecía dividirse en dos mitades cortadas por los surcos paralelos de la vía del tren. Un lejano zumbido precedía su llegada; me tumbé apoyando la nuca en la vía y esperé.